Al pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Arecibo:

“No hay temor en el Amor».
El reciente brote de coronavirus, ha creado en muchas personas estados de ansiedad y preocupación por lo que pueda pasar. La actitud más saludable es mantenernos informados y tomar con seriedad las medidas necesarias para estos casos, según lo recomienden nuestros médicos y las autoridades pertinentes.

Todos nosotros, como hombres y mujeres de fe, recordemos las palabras del Señor: “No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Creed en Dios, y creed también en Mí” (Jn 14,1). En la ya dos veces milenaria historia de la Iglesia, los cristianos hemos tenido que afrontar situaciones de plagas, enfermedades, crisis sociales y pruebas de diversas índoles. Lo que no podemos permitir es que el miedo nos robe la esperanza y nos paralice el pánico. Como creyentes somos invitados a mantener la calma y la confianza puesta en el Señor.
Los sacerdotes y diáconos establecerán en sus parroquias las medidas oportunas, que sean cónsona con las exigencias que se vayan presentando.
En cuanto al rito de la paz, todas aquellas personas que como medida de salubridad deseen utilizar algún saludo que no implique contacto físico, siéntanse en la libertad de hacerlo.
Igualmente, para la recepción de la Santa Comunión, todas las personas que deseen optar por recibir la comunión en las manos, saben que así pueden hacerlo. Lo importante es tomar las providencias necesarias, tanto sacerdotes, diáconos y ministros extraordinarios de la comunión, para que la recepción del Sacramento se haga con la piedad necesaria y, a la vez, procurando la prudencia en todo para así minimizar riesgos para la salud.
En general, si alguna persona presenta síntomas, es aconsejable y una muestra de caridad hacia el prójimo que siga las recomendaciones médicas y evite ser un foco de contagio.
Seguiremos muy atentos al desarrollo de los acontecimientos para, de ser necesario, ofrecer ulteriores indicaciones.
Exhorto, que no perdamos de perspectiva este tiempo de Cuaresma, donde el Señor nos llama a la conversión y la penitencia en nuestro camino hacia la Pascua. En la Sagrada Escritura muchas veces se nos habla cómo el Señor permite ciertas pruebas, y enfermedades, incluso epidémicas, como un reclamo de atención a volver nuestros corazones al arrepentimiento y al dolor por nuestros pecados. El libro de Jonás 3,10 nos dice: “Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó”. Debemos estar atentos a los signos de los tiempos y recordar que “Dios lo dispone todo para el bien de los que lo aman” (Rom 8, 28).
Oremos para que nuestro pueblo pueda abrirse a los pacientes reclamos del amor misericordioso del Señor que nos habla por estos y otros muchos acontecimientos y, especialmente, en la Palabra que diariamente sale a nuestro encuentro en la liturgia y en la meditación de los textos bíblicos.
Y, sobre todo, no olvidemos aquella hermosa promesa del Señor: “Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
Con nuestra esperanza puesta en el Señor y en la intercesión de nuestra Patrona, la Virgen del Perpetuo Socorro, imploro para todos la bendición de Dios.
- Daniel Fernández Torres
Obispo de Arecibo