Doble fiesta hoy: Beato Carlos Manuel y San Felipe Apóstol

Hoy coincidieron la Fiesta Litúrgica del primer Beato Puertorriqueño, Carlos Manuel Rodríguez, y la solemnidad para el municipio de Arecibo de San Felipe Apóstol, patrón de la Catedral. Ésta última, luego que se trasladó para el día 4 porque el 3 coincidió con domingo.
**Beato Carlos Manuel Cecilio
Hoy, 4 de mayo, se celebra la Fiesta Litúrgica del primer Bienaventurado puertorriqueño, Beato Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago.
Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. La celebración representa también una oportunidad para conocer más sobre la vida de este laico; su ocupación preferida era el apostolado litúrgico. La Eucaristía, sobre todo, se convirtió en centro de su vida.
Celebremos este día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Es un gran día para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo para con Carlos Manuel, santificándolo en la tierra y coronándolo de gloria en el cielo.
Admiraba mucho el sacerdocio y la vida religiosa. De cada orden o congregación religiosa admiraba una característica particular, pero aparentemente en ninguna encontraba la totalidad de sus aspiraciones. Su hermano José Modesto expresó que si alguna vez Chali pensó en el sacerdocio como opción para él, el nunca lo comunicó. Realmente su vocación en la vida era otra – conocer a Cristo y darlo a conocer, amar a Cristo y hacerlo amar.
Charlie fue célibe porque así lo eligió libremente en un discernimiento serio y responsable en el que sin duda tuvo que pensar en el conjunto de su personalidad, su salud (padeció de colitis ulcerosa) y las necesidades del mundo que vivía.
En la Universidad de Puerto Rico, defendía la Verdad de la fe unida a la razón, explicando la doctrina moral de la Iglesia en temas que para otros podían resultar controvertibles. Con su dinero, creaba un boletín de temas de la fe, que enviaba por correo postal. A pesar de tener una condición de salud que le impidió continuar sus estudios, mantenía su buen humor. Se esforzaba para que otros aprendieran a vivir la Misa y comprendieran la grandeza de lo que ocurría en la celebración.
Toda su vida fue una preparación para la Pascua. El amor de Cristo le exigía vivir en el «gozo pascual». En particular, trabajaba todo el año para hacer de la Vigilia Pascual un acontecimiento único, de donde se cita su conocida frase “Vivimos para esa Noche”, en referencia a la Pascua Eterna del encuentro con Jesús en el cielo.
Provenía de una familia humilde. Siendo menor de edad, sufrió profundamente cuando su familia tuvo que llevarlo a estudiar en la escuela pública, pues extrañaba las misas del colegio. En su cuarto, tenía un altar donde “María ocupaba un lugar prominente. Recordaba y nos hacía recordar todas las fiestas marianas durante el año, en particular la Inmaculada Concepción y la Asunción”, según relata su hermano, el abad José, en declaraciones recopiladas por Pablo E. Negroni, del Círculo Carlos M. Rodríguez.
Murió de cáncer el 13 de julio de 1963. Perfumado de Liturgia y Evangelio. En Olor de Santidad.
Una de las frases del beato destacadas en el escrito es: “La santidad no es una especialización: es la vida cristiana, toda la vida, todas las vibraciones del alma, todos los instantes de una existencia dignificada por la gracia de Cristo». De ese modo dejó claro que todos estamos llamados a la Santidad.
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***Patrón de la Catedral San Felipe Apóstol de Arecibo
San Felipe nació en Betsaida y fue discípulo de San Juan el Bautista. Felipe fue uno de los primeros apóstoles llamados por Jesús. Él fue quien preguntó a Jesús sobre la repartición de los panes: “¿Cómo vamos a darle de comer a tanta gente?” (Jn 6, 5-7) y también fueron los paganos quienes deseaban conocer al Señor. (Jn 12, 20-22). Además, Felipe le pidió a Cristo en la última cena que le “muestre al Padre” (Jn 14, 8-11).
Felipe fue además quien pidió permiso a Jesús para ir a enterrar a su padre. “Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos” (Mt 8,21).
Después de la Ascensión, Felipe recibió el Espíritu Santo en Pentecostés, junto con los otros apóstoles y la Virgen María.
Posteriormente partió para evangelizar la región de Frigia, actualmente Turquía, Hungría, Ucrania y el Este de Rusia.
San Felipe fue martirizado y murió crucificado y apedreado en Hierápolis. En el siglo VI las reliquias del apóstol fueron llevadas a Roma y colocadas en la Basílica de los Doce Apóstoles. El martirologio de la Edad Media celebraba su fiesta el 1 de mayo pero se cambió la fecha para el 3 de mayo.