Agua de la vida y de la esperanza

Agua de la vida y de la esperanza
P. Gabriel Alonso Sánchez
Delegado de Ecumenismo
Para El Visitante
“Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10,27). Esta máxima del cristianismo fue la que motivó el Acto Ecuménico de la Diócesis de Arecibo, en comunión con la Iglesia universal. El pasado miércoles, 24 de enero, nos reunimos en la Iglesia Metodista Rvdo. Tomás Rico Soltero en Garrochales, Arecibo, para orar por la unidad de los cristianos. Fue una tarde y noche lluviosa. No obstante, el templo se llenó de hermanos metodistas y católicos.




Comenzamos con el testimonio de la hermana Ana Ivelisse, perteneciente a la Comunidad Misionera de Villaregia, quien se encuentra actualmente en Burkina Faso. Resulta que los materiales que utilizamos fueron preparados precisamente en este lugar por hermanos de diversas confesiones cristianas. La hermana Ana Ivelisse, encontrándose de visita en casa de su familia, llegó hasta el encuentro y nos ofreció su experiencia en esta región africana. Nos decía que la simbología inicial del rito, en la que tanto el obispo como la pastora bebieron de una misma calabaza (equivalente a una dita para nosotros), significaba la acogida de la familia al visitante, el hacerte parte suya, el abrirte las puertas del hogar. Allí, en un lugar donde actualmente hay tantas tensiones y donde los cristianos están siendo abiertamente perseguidos, aún sigue habiendo signos de esperanza.
La ceremonia de oración enfatizó en lo que nos une. Juntos cantamos, pedimos perdón, elevamos preces y escuchamos la predicación del obispo y de la pastora, basados en el Evangelio del Buen Samaritano (Lucas 10,25-37). En los rostros se reflejaba alegría y había participación conjunta. En primera fila se distinguía una dama embarazada, sentada junto a su esposo, que venía a manifestar, gráficamente, la elocuencia de la esperanza. Al culminar, pasamos a un salón muy acogedor, donde compartimos unos entremeses. Ciertamente, el Espíritu de unidad estaba presente, ese mismo Espíritu que nos mueve a encarnar la voluntad de Dios, es decir, que seamos una sola familia cristiana (Juan 17,20-23). Hermanos, no dudamos en reconocer que hay mucho camino por recorrer en cuanto al ecumenismo, pero estamos convencidos de que hay que continuar dando pasos de avanzada en la dirección querida por la Iglesia.
Agradecemos a todos cuantos nos brindaron su ayuda para la realización de este Acto Ecuménico. Primero, mencionamos a la pastora Ruth Y. Santiago Rivera y a su comunidad, quienes nos abrieron las puertas de su casa de oración y nos sirvieron. Agradecemos a la Comunidad Misionera de Villaregia por ayudar en la organización de este evento. Muchas gracias a todos los ministros presentes de ambas iglesias. A nuestro obispo, Mons. Alberto Figueroa Morales, por tener a bien presidir este encuentro y animarnos a ser instrumentos de unidad. Gracias al Ministerio de Música y a todos los hermanos católicos y metodistas que, contra viento y marea, se dieron cita.
Por último, les pedimos que nos ayuden a orar para continuar estrechando lazos de unidad con otras comunidades cristianas. ¡Queremos llegar hasta donde Dios mismo quiere que lleguemos!