Mensaje del Obispo de Arecibo a todas las personas que no han podido regresar a los templos

Así como el Buen Pastor no olvida a ninguna de sus ovejas, hoy me dirijo a todas aquellas personas que, en medio de la Pandemia y aún con la celebración de las Misas presenciales, no han podido regresar a nuestros templos.
Sin bien es cierto que cada uno debe evaluar con una conciencia bien formada todas sus acciones, también hay que reconocer que, como en la piscina de Betesda en tiempos de Jesucristo, la pandemia nos trajo una multitud de enfermos que permanecen en las afueras de las aguas, en espera de poder entrar.
¡Cuánto dolor en aquellos que con rectitud de intención, realmente se ven impedidos de participar en las celebraciones de modo presencial y recibir así la comunión sacramental! Si sentimos un dolor profundo cuando nos alejamos de nuestros padres ancianos por causa del cierre de los asilos a los visitantes como medida de prevención de los contagios, cuánto más puede ser el dolor de no poder recibir a Dios mismo, real y verdaderamente presente en la comunión.
Santa Clara, atada a su convento por la enfermedad, recibió el milagro de poder ver en la pared de su celda la Misa de la Navidad del año 1252 y participar así desde la distancia. De igual modo, seguimos transmitiendo las misas para que puedan unirse desde sus hogares aquéllos que por razones de peso no pueden llegar. Sin embargo, reconocemos que una comunión espiritual jamás podrá sustituir una comunión sacramental.
Por eso, reafirmamos que Jesús nunca pasa de largo en medio de ese dolor. Jesús no olvida a ninguno de los que anhelan de todo corazón y con profundo fervor poder regresar a reunirse en nuestros templos, pero que realmente están impedidos de hacerlo. ¡Cuánto rezo por todos ustedes! A ustedes dirijo ahora mis palabras de aliento. ¡Ánimo! No permitan que se apague en ustedes la llama de la fe y ese profundo amor a la Eucaristía.
De igual modo, invito a todos los que asisten a nuestros templos a elevar una oración por todos aquellos que por verdaderas razones de peso no han podido llegar y que, desde sus hogares, realizan todos los esfuerzos para poder unirse espiritualmente a nuestras celebraciones. Que el Señor les de la fortaleza para enfrentar estos momentos difíciles con la confianza de que Él nunca los va a abandonar.
Con mi bendición,
- Daniel Fernández Torres
Obispo de Arecibo